Testigo directo
Por Pedro García
Durante una década, Pedro García Rodríguezfue jefe de prensa de la UD Las Palmas SAD. Antes de ejercer estas funciones trabajó para medios de la isla, entre ellos Diario de Las Palmas y La Provincia -en este orden-. Aquel 22 de junio de 1996 estuvo en Elche para captar las voces de los protagonistas del partidos. Y tan cerca estaba que, con la emoción de goles, acabó siendo uno más en los festejos. Y objeto de un hecho insólito: el colegiado andaluz García Delgado le mostró tarjeta amarilla por el abordaje del terreno de juego ... como periodista. Este es su testimonio directo:
Yo estuve allí aquella noche hace veinticinco años, en Elche y por ello me considero un privilegiado en la historia de nuestro club. Sin duda, el momento más emotivo que he vivido junto a la UD Las Palmas. Aún siento el abrazo que compartí con mi gran amigo Eloy nada más conseguir el 0-2. Corrí a toda velocidad hacia el borde del área desde el lugar en la banda donde me encontraba realizando mi labor de inalámbrico con Radio Tamarán, junto a Gregorio Guerra y José Martin. Eran otros tiempos, cuando a la prensa se le daba más libertad para trabajar. Es más, el colegiado del encuentro me enseñó tarjeta amarilla. "¿Qué hace usted aquí?". Probablemente la amonestación era para Pacuco Rosales, pero con el paso del tiempo aún es un misterio sin resolver.
Era el ascenso más deseado. Un equipo que jugaba muy bien al fútbol para el agrado de una afición que nunca falló. Porque también fui testigo de uno de los mayores seguimientos de seguidores grancanarios a un estadio visitante peninsular: unas tres mil personas, o más, que tiñeron de amarillo y azul las gradas del Martínez Valero. Son muchas cosas las que contar, desde la gran ovación del público ilicitano tras el 0-4 final, los cánticos de los jugadores mojados en la dicha del vestuario, a la fiesta en el avión de regreso, el recibimiento de los bomberos y personal del aeropuerto de Gando nada más aterrizar, hasta la interminable caravana de coches que siguió a la guagua del equipo hasta la Plaza de la Victoria y en el final en la playa de Las Canteras donde aguardaban más de 10.000 personas a las cuatro de la mañana.
Por este motivo muchos de los que vivimos ese momento lejano en el tiempo pero presente en nuestras vidas, nos podemos considerar amarillos en peligro de extinción. Ahora toca recuperar aquella pócima mágica que unía a equipo con afición, para volver a sentir algo parecido de lo que sucedió esa noche y que fue capaz de unir a toda Gran Canaria que no cerró los ojos por el amor a unos colores y a un escudo, el de la UD Las Palmas.