Manuel Borrego

Sergio Simón es de esos jugadores de la escuela tinerfeña que no tuvieron la oportunidad del último paso hacia el Heliodoro Rodríguez López. Nunca perdió la esperanza de alcanzar el mundo profesional y ahora, en la otra orilla, se le brinda esa ocasión si es capaz de convencer al entrenador de la UD Las Palmas, Pepe Mel.

Simón (Puerto de la Cruz, 21 de abril de 1995) tuvo que reivindicarse en el CD Vera después de salir de once años en el entramado blanquiazul. Y, desde allí, a filiales de la UD Las Palmas con una carta en su mano. Porque la condición de mayor de 23 años le impedía idas y vueltas entre el Estadio de Gran Canaria y el Anexo.

A Simón le costó integrarse de pleno en la temporada de las interrupciones. Pero en el tramo final destapó su esencia futbolística, mostrándose como un futbolista con llegada desde segunda línea. Y siendo mejor cuanto más entrometido se introduce entre las líneas adversarias.

Fue una de las zurdas más relevantes del filial amarillo, capaz de manejarse por varios sectores del denominado frente de ataque. En algunos aspectos recuerda su estilo al de Vicente Gómez, cuando el ex amarillo era capaz de combinar, llegar y sorprender. Esa faceta del juego la exhibió en momentos determinantes de la fase determinante. De ahí su valor en la permanencia del filial, con tres de importante calado en esa etapa.

Simón también prepara el verano con el factor sorpresa en su mochila. Es un canterano con dureza mental, con fases de madurez cubiertas.

En Tinta Amarilla recordóque el amarillo fue el color adversario que más le hizo llorar en su etapa inicial. El destino sabrá si en el futuro sus lágrimas son de alegría.