Manuel Borrego

Quizá, o mejor sin duda, Rafa Mujicasalió demasiado pronto de la cadena filial de la UD Las Palmas. En aquel momento el club no tenía otra opción que no obstaculizar su marcha a filiales del FC Barcelona pese a que su nombre ya se barajaba en los despachos de la entidad para un salto cualitativo. Rafa era la figura deslumbrante del juvenil, un goleador apetecido por muchos equipos.

Pero algo quedó por hacer en el camino. Regresó en el transcurso de la temporada pasada luego de no haberse consagrado en Extremadura, Villarreal B y Oviedo donde el Leeds, hasta esta semana su club promotor, le había enviado en calidad de cedido. Esa misma fórmula se empleó en la UD Las Palmas aunque su papel en los proyectos de Pepe Mel no fueron tan relevantes como los de otros delanteros.

Pero en Rafa nunca se vio una mala cara, ni deslizó en sus intervenciones públicas un comentario que le alejara del propósito de su venida al club que vio su nacimiento deportivo. Lejos de desesperarse Mujica sintió que su sitio era de amarillo y este viernes ya no es jugador cedido sino en propiedad de la UD Las Palmas -tras acuerdo con el Leeds- para intentarlo uno vez más.

La apuesta por la UD Las Palmas de Mujica es ciega, sin condicionantes deportivos, aún teniendo un cartel importante con pasado en el FC Barcelona. En 2021-22 competirá por primera vez desde que llegó al club azulgrana como jugador que no está a préstamo en un destino, ya que también hay que constar una primera cesión al Cornellá. Su vida deportiva también cambia, al dejar de ser un jugador de alquiler y poder resolver con sus propias botas lo que pueda estar más allá de junio de 2022.

Estará en casa, podrá recibir los primeros aplausos de los aficionados amarillos y tendrá una exigente competencia para los puestos. Con 22 años nada más, la realidad es que el verdadero Rafa Mujica está por descubrirse.