M. B.
No ya por la trascendencia que pueda tener. El tanto de Jonathan Viera al Real Oviedo tiene el mismo aroma que el anotado por Marcos Márquez en 2006 al Rayo Vallecano, curiosamente en esa misma portería de la Grada Curva. En aquel momento, el penalti convertido en la penúltima jornada del campeonato acabó convertido en el billete a la fase de ascenso a Segunda División A.
Pero no fue una jugada de fácil ejecución. Brotó desde la improvisación y con una defensa cargada de escudos para defender los dominios de Femenías.
Jonathan Viera tiene que codear con los zagueros azulones para abrirse paso, logrando con su cambio de ritmo en dirección al área zafarse de las tarascadas. El colegiado Ais Reig no había mostrado inclinación alguna a resolver dudas en las áreas con anterioridad. Sadiku y el propio Viera lo comprobaron con sendos derribos no sancionados por el valenciano.
Viera soportó la embestida y logró ganar una posición que solo persiguió Dani Calvo. Era la última oposición antes de situarse frente al portero ovetense.
Sin embargo y por sorpresa, el 21 grancanario eligió un disparo suave cuando ya estaba en zona de remate. Calvo se estira para repelar el cuero, que pasa entre sus piernas mientras el portero visitante cierra los ojos en previsión de un potente chut.
El balón del capitán de la UD Las Palmas tiene un andar dulce, sereno, que acaba yendo a su destino sin oposición. Por si acaso Sadiku entra con todo a la par que un zaguero del Oviedo. No hay nada que hacer: la obra de arte ya estaba firmada.