Cuando más presión había porque el tiempo se acababa, la UD fabrica una jugada de ingeniería para derribar el muro del Cartagena
Manuel Borrego
La manera de acabar el partido, la fórmula empleada para la victoria sobre el Cartagena, se convierte en más que una subida de adrenalina para todo el océano amarillo de la UD Las Palmas. Hay mucho razonamiento en esa jugada: Fue un final de fantasía, una obra de ingeniería para derribar el muro utilizando las mismas herramientas desde el minuto 1 al 91.
Ese instante resume el entendimiento del juego y las órdenes de banquillo para resolver el sometimiento o agobiante dominio de los grancanarios. El ataque se fragua en la banda izquierda, luego de haberlo cargado durante algunos minutos en la derecha (Marvin Park).
Por un momento, Vitolo hace de Viera para enviar un balón profundo, calmado y medido hacia la posición de Benito. Cuando el aldeano comienza su carrera, la línea defensiva del Cartagena se desordena porque tiene que reubicarse cerca de Aarón a la espera del centro del zurdo amarillo.
Se abre entonces un trecho entre los cuatro defensores y los restantes centrocampistas y delantero visitantes, que también corren hacia el área para defender la jugada. Por unos instantes pierden el sentido compacto de su muralla.
El éxito final de la UD Las Palmas está en el paso de menos que adopta Jonathan Viera, que se frena en la carrera.El destino del balón de Benito tenía en el área hasta cuatro posibles rematadores, porque Andone profundizó tanto que arrastró a los centrales hasta el área pequeña. Benito renuncia a un pase aéreo y coloca raso el cuero hacia el punto de penalti donde el astuto Vierasolo tiene que poner el pie, con calma, para marcar el gol.
Fue un gol cirujano cuando más presión había porque el tiempo estaba a punto de agotarse.