Manuel Borrego

Una de las grandes noticias de la última jornadafue la aportación de Fran Pejiño en el ataque de los costados de la UD Las Palmas.El barbateño volvió a ser reconocible, el jugador con chispa y energía que generó no pocos recursos en las dos anteriores campañas cuando encontró su punto de juego.

Ante el atrincherado Cartagena, Pejiño exhibió esas dosis de habilidad y verticalidad especialmente en el lado derecho, a pierna cambiado. Datkovic debió tener pesadillas aquella madrugada; más tarde Jairo hasta el momento del relevo del atacante amarillo.

Le ha costado a Pejiño volver a lucir el fútbol de hace un año, antes de su lesión y recaída. Su etapa como jugador de la UD Las Palmas, desde que llegó en 2020 procedente del filial del Sevilla, ha estado condicionado por su condición física.

En el primer año, disputó 21 partidos (4 goles). La brecha más amplia de ausencia en el campeonato se produjo entre la jornada 8 a la 24. Y la pasada temporada, Pejiño pudo apenas jugar 14 partidos (5 goles, todos en las 8 primeras jornadas). Desapareció de los planes de Mel en el ecuador del campeonato y volvió en El Molinón, justo antes del play off.

Las Palmas ha tenido paciencia con un futbolista que no tendría dificultades en encontrar su hueco en el equipo si es capaz de desbordar, profundizar y disparar como ya se ha visto. Quiere volver a ser un futbolista importante en el proyecto. Y calidad no le falta.

Pejiño ha vuelto. Y en palabras de García Pimienta:Otro bendito problema que gestionar.