Manuel Borrego

Si algo ha reforzado el juego de Fran Pejiño (26) desde la llegada de García Pimienta es su voluntad de probar el disparo desde posiciones perimetrales del área mayor. Su pierna izquierda no solo inquieta por la habilidad innata, con la destacó en filiales del Cádiz y Sevilla. Ahora los zagueros rivales están en constante vigilia del bombardero de Barbate, porque el amarillo andaluz apenas encuentra un hueco ya tiene su proceso enviar potentes lanzamientos hacia el arco adversario.

Del Pejiño que llegó hace tres temporadas a la UD Las Palmas al que celebró el día 20 de mayo el ascenso a la Primera División ha habido una evolución en positivo. No solo porque su papel en el equipo y en el proyecto sigue con un crecimiento constante, sino por los valores que ha acompañado a sus múltiples habilidades. Aunque, como todo talento, con horas luminosas y otras opacas.

El Pejiño de 2022-23 dejó momentos muy notables, con especial brillo personal en el derbi del Estadio de Gran Canaria donde los aficionados amarillos celebraron dos de sus goles en la campaña. Y un nombre en negritas para la memoria de los partidos de rivalidad canaria.

El lanzamiento de Pejiño está resultando tan interesante o eficiente como sus regates, faceta en la que el futbolista andaluz fue el más activo de la Segunda División. Lo ejecuta con sentido lejano, sin altura elevada y especialmente peligroso en sentido diagonal. Su nombre ha debido ser constante referencia en los informes de los técnicos rivales.

El dato que respalda su intención como francotirador es que disparó más que los delanteros amarillos. Sus 54 intentos solo los ha superado Jonathan Viera (56) en 2022-23, aunque un porcentaje del capitán amarillo está en su responsabilidad en los lanzamientos de faltas. 6 goles anotados, 4 asistencias y 3 lanzamientos a los postes completan su contribución ofensiva que, como él mismo, ha de exigirse. En Primera, más.