Manuel Borrego

El propio Eric Curbelo ha admitido que el paso por el fútbol vasco, a través de la SD Leoia, resultó un cambio en su trayectoria deportiva. Había transitado antes en filiales de la UD Las Palmas y adoptó la difícil decisión de salir del club para volver mejor. Y eso es lo que consiguió un par de años después, cuando fue llamado a filas por Tonono Rodríguez para suplir la salida de otro prometedor central como era Stephane.

Aunque en 2015-16 Eric jugó poco y entrenó mucho, lo cierto es que recibió en su fútbol una dosis de ‘citius, altius, fortius’. Y desde ahí empezó a ganar terreno en el proyecto de la UD Las Palmas a través de su filial. Había adquirido nuevos valores a su juego, asociados más a la batalla que a la técnica que ya poseía y con la que “no me fue del todo bien en juveniles”, reflexionó entonces en Tinta Amarilla.

Ya de regreso en la isla, junto a Álex Suárez, logró que ambos nombres estuvieran considerados por muchos técnicos como la mejor pareja de centrales de la división de bronce. Y desde ahí, por necesidades del guión y por veloces condiciones defensivas, le llegó la oportunidad del nunca último salto. Era etapa de Paco Herrera, en segunda entrega.

Eric ha trabajado bien y duro para llegar con tiempo a comprobar el sabor de la Primera División, porque lo hace en el momento que su producción en el club ha alcanzado el listón más alto. Y lo que viene en camino tendrá que superarlo; la mayor prueba de todas en su carrera profesional será el defender a los delanteros más altos, rápidos y fuertes (añadiríamos también el término listos) de la Liga Profesional.

El satauteño no ha sido admitido en el club del paso atrás. Es una de las piezas de la plantilla que ha cubierto al completo los cinco años del ciclo más reciente en la Segunda División. Con García Pimienta en 2022-23 fue fundamental pieza hasta el día de su lesión, en la recta final de la campaña. Eric se amoldó especialmente bien junto a Coco para esas coberturas veloces tan necesarias en un equipo abusón con la herramienta esférica. E hizo todo lo demás que se esperaba de él, entregando correctamente el balón, marcando con pulcritud y oportunismo, a veces intentando el disparo -que es un fuerte no bien exprimido en su carrera-, … en definitiva: siendo el Curbelo que todos esperaban.

Pero encontró un último problema en el camino. Cuando cayó lesionado, su socio de siempre (Alex Suárez) hizo la labor de forma tan sobresaliente en el puesto que a Eric solo le quedó aplaudir y arrimar el hombro desde segunda línea. En eso también es un profesional de pies a cabeza.