Manuel Borrego

En dos años como jugador de la UD Las Palmas, Omenuke Mfulu ganó mucho espacio en el equipo. No solo por su abundante titularidad con Pepe Mel y más tarde con García Pimienta, sino porque en el reparto de roles la seria profesionalidad del franco-congoleño mereció brazalete de capitanía, que defendió con altura.

Mfulu llegó a tiempo a la UD Las Palmas para aportar dosis de madurez y equilibrio. 53 intercepciones y 134 recuperaciones hablan de su voluntad de resolver problemas en la delicada zona del centro del campo, donde en la recién finalizada campaña hubo especial interés en el equipo amarillo de minimizar errores.

El franco-congoleño fue un leopardo en el centro del campo. Ese apodo es el que se utiliza para mencionar a los jugadores internacionales de su país, con los que se encuentra ahora concentrado en su regreso a la Copa de África. Pero fue un poderoso felino en el juego defensivo, colaborador en todas las parcelas del campo. Y sacrificio para el brillo del compañero. 

Sus lágrimas en el final de temporada delatan lo mucho que Mfulu se ha integrado en el proyecto de la UD Las Palmas; lo profundo que ha calado en él el amarillo isleño y sus gentes.

En el ascenso de la UD Las Palmas participó más que cuando lo hizo en 2020 con el Elche, cuando tenía 25 años de edad y entendía menos el contenido futbolístico de la Segunda División. Formó con Enzo Loiodice un tándem francófonoque fue el más utilizado por Pimienta en la sala de máquinas del equipo.

La apuesta de la UD Las Palmas por Nuke y la del jugador por el club es mutua. Siguen juntos al menos hasta 2025. Y ahora en Primera, conociéndose más y mejor.