Manuel Borrego

Es complejo valorar el legado que dejó el brasileño Sidnei da Silvaen su paso de un año por la UD Las Palmas. Aunque en la memoria va a quedar su oportunismo en el único gol suyo de amarillo, en el Carlos Belmonte, para igualar un partido que se había complicado con el Albacete. En un momento agónico para el equipo apareció para restaurar una candidatura que se había torcido duante algunos minutos. Después de su tanto, Las Palmas reaccionó, llegó el segundo obra de Loiodice y los amarillos firmaron allí, ante un rival crecido, una victoria con abundante carga de condimentos de ascenso.

Sidnei aportó lo que sabía. No parecía un jugador rápido, pero en algunos momentos lo fue. Logró hacerlo porque conocía bien los atajos del campo y sabía meter el cuerpo en el momento exacto. Y al contrario, parecía un jugador con mayor dificultad para jugar el balón, aunque lo hizo con sencillez. Fue especialmente eficaz en su ayuda contra el juego aéreo rival, donde mostró cualidades que no son de trato común en el estilo de la UD Las Palmas.

El brasileño hizo su trabajo en una plantilla donde la competencia del Anexo se lo puso más complicado. Tanto Coco, como Eric Curbelo o por último Álex Suárez superaron con nota alta las participaciones como centrales en un equipo que estuvo más de media con la portería a cero. Y Sidnei también participó en ello, siendo un jugador veterano que asumió su papel como cuarto en la lista de preferencias del entrenador.

Le valió su conocimiento de la Liga. Los años del Deportivo y alguno en el Betis no cayeron en saco roto. Aunque en Las Palmas no gozó de tanto tiempo en el campo de juego como en sus mejores temporadas en España: 19 partidos, 13 como titular, 1.095 minutos en total, el mencionado gol, sin asistencias y mucho oficio es la síntesis de su concurso. Y en la hoja de servicios, un nuevo éxito personal con un equipo modesto y trabajador.

Sidnei es el segundo brasileño que sube con Las Palmas, después de Renaldo Lopes en 2000.