Manuel Borrego

El fútbol de la calle se cita en Montilivi. Esa es al menos la teoría. Porque el técnico del Girona, Michel Sánchez, así se lo reclamaba a sus jugadores (con esas mismas palabras) cuando hace apenas unos días el equipo catalán asaltaba el feudo del Sevilla. Y porque en el bando de la UD Las Palmas no se entiende el juego sin ese componente tan popular de antaño, que ahora tratan de avivar los amarillos en la era de Jonathan Viera como referente.

Ese es uno de los atractivos que presenta el choque de la cuarta jornada, donde Las Palmas trata de lograr su primera victoria ante uno de los conjuntos más en forma en el inicio de la competición. Y lo es el Girona porque ya tiene piel de Primera en su vestuario y porque la continuidad de una idea, bien afinada, puede llevar a etapas de bonanza como vive ahora.

Por si fuera poco, el choque presenta nuevos añadidos de calidad en el equipo rival de los amarillos. El Girona fue, junto al FC Barcelona, el gran animador del ‘viernes caliente’ o día del fin de mercado. Logró incluir en sus filas a Eric García, Jhon Solís y al repescado Portu, hecho que ha permitido al entrenador Sánchez hablar de “un equipazo” a sus órdenes.

Por las características de ambos conjuntos no se espera en Montilivi un partido hermético como quizá ha podido ocurrir en otras citas. Las Palmas acude a la cuarta jornada con evidentes y progresivos síntomas de mejora en su juego. El gol debe ser una consecuencia de ello, aunque en la última jornada tropezaron los amarillos con un portero en estado de gracia (Remiro) que lo evitó para facilitar el empate de la Real Sociedad.

García Pimienta anunció que quizá habría alguna novedad en el once, no siendo partidario de mantener un mismo bloque de forma continuada. Aunque lo cierto es que el equipo de la última jornada, especialmente el de la primera parte, le ha dejado pocos argumentos para no repetirse.

La novedad en la convocatoria isleña es la del argentino Máximo Perrone, uno de los aspirantes a la foto inicial del día. Una pieza que tiene encaje en el juego aunque, para vestir a un santo tendrá que hacer lo contrario con otro. Si esos son los problemas de un entrenador, entonces la cosa pinta mejor.