El autor de la última victoria en Primera de la UD en el Sánchez Pizjuán rememora un partido singular que se aleja en el tiempo 43 temporadas
B. Pérez
Han pasado más de 43 años de la última vez que la UD Las Palmas ganó en Primera y en el Sánchez Pizjuán. Fue el 2 de marzo de 1980, en un partido emotivo que se resolvió en los minutos finales con un gol de Pepe Farías. “Es un honor de tener el registro de ese último tanto de victoria en Primera en el Sánchez Pizjuán, pero como aficionado de la UD Las Palmas espero que pronto me lo quiten”, reflexiona el ex jugador amarillo en vísperas a la nueva visita del representativo grancanario. Además, ese era también el primer gol de Farías en Primera División.
El 0-1 de aquella temporada tuvo connotaciones especiales, porque Farías anotó el gol ante el equipo del técnico que lo hizo debutar (Miguel Muñoz). El entrenador amarillo (Antonio Ruiz) fue el recomendado por el propio Muñoz para su relevo en la isla y el choque además contó con la anécdota de un lanzamiento de falta a cargo del cañonero de la época (Scotta).
Así lo recuerda Farías para los lectores de Tinta Amarilla:
* “Sevilla y Las Palmas se medían en el Pizjuán en la Liga. Era una temporada en la que yo tenía ficha en UD Las Palmas, pero jugaba con Las Palmas Atlético por motivos militares. Era entonces alférez de Infantería en el Canarias 50 y no podía llevar una regularidad competitiva como la de Primera División, a efectos de entrenamientos también. En el filial tuvo a un entrenador que me marcó mucho como fue José Manuel León”
* “En la víspera del partido me avisaron de que tenía que viajar a Sevilla, después de que se hubiese desplazado la expedición el equipo. Había enfermado en el viaje el extremo argentino Echarri y yo tenía que sustituirlo. El partido se desarrolló por los cauces habituales, con mayor posesión del Sevilla y nosotros … en nuestro partido. Y así se llegaba con 0-0 al minuto 70. Antonio Ruiz me mandó entonces a calentar”
* "Me acuerdo perfectamente de aquella jugada del gol. Había sustituido unos minutos antes a un compañero, por el desgaste del encuentro. Recuerdo que nuestro entrenador, Antonio Ruiz, no se decidía a hacer cambio mientras yo realizaba el calentamiento; el partido estaba a punto de terminar con el 0-0. Fue el Capi Aparicio -masajista de la época-, hombre de mucho fútbol, el que prácticamente impulsó el relevo (minuto 85). Me llamó y dijo: ¡venga, venga, prepárate!. Así fue cómo convenció a Antonio Ruiz. Por eso creo que el cambio más realizó el propio Aparicio, que en paz descanse".
* "Cuando salté al campo me ubiqué como media punta, casi para amarrar el resultado y conseguir el empate. Entendíamos que era un buen marcador entonces ante un gran Sevilla”
* “El gol llegó en una de las primeras pelotas en las que participé. Julio Suárez la recibió por la derecha y me la colocó al espacio, por el centro. Yo aparecí para sprintar, alcanzando el balón a espaldas de los defensas; lo controlé, avancé y cuando salía SuperPaco (portero del Sevilla) hasta el área pequeña, disparé con el exterior del pie derecho y lo coloqué casi en la escuadra. Al portero rival no le dio tiempo a otra cosa que ver cómo el balón ya estaba dentro de la portería. Como decíamos entonces: fue un papazo en toda regla" (…) "Fue uno de los más goles bonitos de los que marqué con la Unión Deportiva Las Palmas".
* “Esta victoria tuvo unos efectos colaterales. Porque el entrenador que me hizo debutar en Primera contra el Athletic de Bilbao, Miguel Muñoz, en esa temporada era el técnico del Sevilla. Después de esa derrota ante Las Palmas, lo destituyeron del cargo”
* “Otra anécdota en el encuentro se produjo con Federico Páez. En el partido y durante la primera parte, cometimos una falta fuera del área grande, peligrosa. Nuestro portero Pérez formó la barrera y en ella estaba Federico Páez. El Sevilla tenía a un delantero con un disparo muy potente, el argentino Scotta. Quiero aclarar que en aquella época el balón no era uniforme en todos los campos. El Sevilla tenía su propia pelota, que era más grande de lo normal y con los clásicos pentágonos negros y blancos. Con ese balón, el disparo del argentino Scotta era más potente todavía o más difícil de controlar. En la barrera nuestros jugadores 'rezaban', porque sabíamos la potencia que tenía. El tiro de Scotta golpeó en Federico Páez, entre la rodilla y el muslo, despejamos el peligro. Páez siguió jugando y al acabar el partido, más de una hora después, nos enseñó su muslo y ahí estaban las señales: los pentágonos del balón de Scotta, marcados en su piel como un tatuaje. Regresó a la isla con ellos"
A modo de recuerdo, las formaciones de aquel día fueron:
Sevilla: Paco, Nimo, Rivas, Sanjosé (luego Curro), Juanito (luego Varela), Juan Carlos, Montero, Scotta, Biri, Murúa y Bertoni
Las Palmas: Pérez, Marrero, Páez, Toledo, Roque, Felipe, Jorge (luego Farías), Juani, Pepe Juan, Julio Suárez (luego Felo) y Morete