Manuel Borrego

La más difícil decisión de la dirección deportiva de un club de fútbol profesional (o no) posiblemente es elegir al técnico adecuado que logre extraer el mayor rendimiento del grupo a través de un criterio firme. Y con ello, generar un equilibrio que sea capaz de llenar los restantes espacios del proyecto. Lo más difícil para un primer entrenador es mantener una línea de trabajo sin zigzagueos, sobreponerse a los tiempos adversos y crear una estructura anímica interna imperturbable que trabaje en favor de los objetivos del equipo. Si además existe el favor del aficionado convencido, no quedaría objeción que hacer.

Posiblemente todo ello se ha alineado para que la UD Las Palmas haya liquidado de un plumazo el tema estelar de cada campaña sobre el contrato del entrenador, sin especulaciones previas mediáticas gestionando rumores como hechos. No dio tiempo porque la renovación se anunció sin ruido previo.Y es el paso inicial para todo lo que vendrá detrás.

La UD Las Palmas ha demostrado una vez más ser un club diferente a otros competidores, porque camina a otro ritmo. Mientras en el primer parcial de la campaña varios equipos ya han roto sus partituras iniciales y han contratado nuevos directores de orquesta, en Pío XII le han entregado a García Pimienta el mapa para llevar a la Unión Deportiva hasta 2025, al menos. Y no necesitaron condicionarla con un “ya veremos”.

El crédito del entrenador que llegó a la isla para relevar a Pepe Mel está ahora mismo por encima de dinámicas deportivas u objetivos logrados. La madrugadora renovación de su contrato es una demostración de ello. Desde el primer día, García Pimienta (y su grupo de trabajo) ha ido despejando incógnitas, resolviendo asuntos de su competencia en el club con una apuesta decidida y un mensaje colegiado, … Ya nadie podrá decir que es un técnico inexperto, sin logros o desconocedor de la selva de la Primera División. El club ha desoído todos esos argumentos y está congratulado con su apuesta, que desde el inicio ha ido más allá de nombres en el escaparate.

La renovación de García Pimienta también debe estar vestida por retos para él. La inyección de cantera al primer equipo es un puente irrenunciable. El entrenador la ha firmado sin defraudar a todas aquellas personas que lo arropan tanto dentro como fuera de la entidad. Hasta 2025 tiene mucho que hacer: Competir, mantener el pegamento interno, proyectar y, sobre todo, creer. De eso trata el contrato: una declaración de unión como pocos hacen. Si su destino está en otra galaxia, sabe el técnico que el camino es la UD Las Palmas y su peculiar manera de entender la vida.