La imagen no es lo que parece. Son José Miguel Bravo de Laguna y su hijo, Lucas, al encontrarse este lunes en un acto celebrado en el Gran Canaria Arena. Parecen decirse mutuamente "esta instalación es culpa tuya"; porque entonces como presidente del Cabildo de Gran Canaria y consejero insular de deportes ambos pusieron toda la carne en el asador para la construcción del pabellón que en 2014 fue sede de otro Mundial, el de baloncesto. En aquel momento también surgieron problemas, cuando la financiación de la obra se cargó en gran medida sobre las espaldas de la corporación. Pero el empeño de los dirigentes políticos insulares de entonces, que no tuvieron reparos en echar en cara a sus jefes la falta de total apoyo, no bajó la bandera. Así hoy el Arena grancanario es uno de los referentes del baloncesto español y europeo. La lucha, ahora, está a escasos metros.