Esas caras felices son las mismas, con distintos protagonistas, que las de anteña. La afición de la UD Las Palmas galopa entre generaciones. Aquellos que en su día fueron niños en el Estadio Insular, que esperaban a sus ídolos con la camiseta de las pintaderas, hoy posiblemente muchos acompañarán a sus hijos al Gran Canaria. Y esta es una de las razones por lo que 75 años de vida no es más que el comienzo.