La primera imagen de Sandro Ramírez (28) antes de la pretemporada 2024-25 es una sonrisa a todo trapo, una señal de optimismo del delantero diferencial que queda en la plantilla de la pasada campaña.

El futbolista grancanario habría sido el primero en desear el final de su año aciago, el que vivió en primera persona en una campaña de pocos goles colectivos y algunos apuros finales para certificar el objetivo.

Sandro no debió sentir, sin embargo, la presión técnica por su ausencia de gol. Anotó 1 en 1818 minutos en juego de los 27 encuentros de la pasada Liga. Y no se agobió porque su entrenador de entonces, García Pimienta, tampoco exigía que el delantero fuera el que tuviera la obligación exclusiva de finalizar las jugadas que generaba el juego grupal. 

Y porque tampoco Sandro fue en su carrera voraz un goleador obsesivo. Su mejor campaña en Primera la firmó con el Málaga (13), en 2016-17. Y en los últimos años anotó 6 en Huesca y otros 3 en Getafe y Valladolid, todos ellos en la máxima categoría. El registro global suyo en Primera es de 28 tantos en 184 encuentros oficiales en la máxima categoría de España.

Esas referencias no hacen extrañas del todo su cifra última, aunque no es menos cierto que el número de disparos en 2023-24 estuvo proporcionalmente acorde con sus posibles prestaciones: 51. Pero el gol, solo en la portería del Getafe precisamente.

La tranquilidad de la permanencia lo arregló todo. Aunque el verano le habrá dejado que pensar porque llega a un nuevo ciclo en el que la UD Las Palmas cambia de director de orquesta y ha anunciado búsqueda de nuevas formas para alcanzar las redes de los equipos rivales.

Convivir con la falta de gol es, en consecuencia, algo que no es nuevo para Sandro. Él mismo tiene una frase para comprenderlo, sirviéndole como ejemplo el que anotó en Éibar y que fue un trampolín para el ascenso de la UD Las Palmas. “Al final, siempre aparezco en el momento importante”.