El caso Vitolo en su etapa final

Una historia de papeles mojados

La decisión de Vitolo no tiene marcha atrás tras dejar plantado al Sevilla y situarse en modo espera para seguir su carrera en el Atlético de Madrid -vía UD Las Palmas-.

Manuel Borrego

El caso Vitolo Machín puede demostrar una de las máximas del fútbol actual: los contratos están para ser cumplidos, pero el profesional desarrolla su actividad donde quiere si en ese lugar también le quieren.

La historia del caso Vitolo, que ha ido subiendo de tono con el calor de verano, tiene un argumento al que el presidente sevillista José Castro ha dado argumento: Es una historia de papeles mojados. Y habría que añadir, sin un final escrito.

Castro sacaba pecho el lunes al creer que podría desarmar públicamente la estrategia del Atlético de Madrid para hacerse con los servicios del jugador internacional más incisivo en la actualidad en la Roja. Vitolo tenía un acuerdo con el Atlético, pero su documentación estaba fresca. Sin embargo la movilización del Sevilla, tan determinante, estaba también coja porque faltaba lo fundamental: la firma del jugador. El papel del que presumía Castro también estaba empapado, salvo que la realidad o la justicia -sin procede- determinen lo contrario.

Mientras Castro anunciaba la ampliación por cinco temporadas del jugador grancanario, Vitolo estaba terminando de encajar la carambola. El Atlético no quedó conforme y lanzó su ofensiva, con intervención directa del propio Diego Pablo Simeone. Y Vitolo voló a Sevilla, se despidió del club sin firmar el contrato y aterrizó más tarde en Madrid con representación de su agencia, Bahía Internacional.

Los documentos que tiene el Sevilla en su poder fueron firmados por el padre del jugador y por sus agentes. Con esa argumentación el presidente andaluz cambió de tono este martes, para admitir el dato más relevante del asunto: Vitolo no había firmado el contrato hasta 2022. Y, lo que era también más importante, el jugador no tiene intenciones de incorporarse este miércoles a los entrenamientos del Sevilla ni de hacer la gira japonesa a partir del jueves.

El papel de la UD Las Palmas es expectante. El siguiente paso es la cobertura de la cláusula de rescisión del jugador, que sigue siendo los casi 37 millones de euros del contrato anterior de Vitolo por el Sevilla. Cuando esto ocurra, con imposición del propio futbolista y sin intervención del Atlético de Madrid, el asunto entraría en una nueva dimensión puesto que el Sevilla ha anunciado a sus medios afines que va a plantear un pleito en el que como primera medida reclamaría los 50 millones de euros de la nueva cláusula, la firmada por los agentes y padre del futbolista -en teoría-.

Pero la realidad es que la verdadera batalla de este caso ya la tiene perdida el club de Nervión. Vitolo ha dejado plantado a Pepe Castro y su situación no tiene vuelta atrás. Porque el deseo del jugador está lejos de su proyecto y, además, su afición está de uñas no sólo con Vitolo sino parcialmente con el propio presidente. Con este panorama, la vuelta de Vitolo al Sánchez Pizjuán sólo es imaginable si lo hace a través del vestuario visitante.

El proceso no ha terminado. El paso B podría producirse pronto, esperan que sea este miércoles. Y el último (verle con la camiseta de su nuevo equipo) está pendiente y cada vez es menos descabellado. Porque Vitolo siempre fue agradecido a la UD Las Palmas, por la oportunidad que le dio, por esperar por él y renovarle cuando estaba lesionado y absolutamente desmoralizado, por fomentar su progresión en un club de Primera como era el Sevilla y por dejarle la puerta abierta cuando decidiera volver.

Después de todo quizá Jonathan Viera tenga razón: Su próximo compañero de habitación vendría envuelto en papel de regalo hasta el 1 de enero. A partir de entonces tendría vía libre para ser rojiblanco. ¿O no?.