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Opinión

  • Germán Dévora saluda a Johan Cruyff, capitanes de la UD Las Palmas y FC Barcelona en el Estadio Insular (Archivo: Norberto Rodríguez)

    Hablar de Johan Cruyff es pintar a uno de los futbolistas que cambió todos los conceptos de nuestro deporte; de un jugador moderno y de un técnico innovador, atrevido e influyente. Hablar del holandés es remontarnos hasta nuestra infancia, volver a escuchar mentalmente aquellas leyendas en las calles de la Isleta cuando narraban los duelos entre Germán Dévora y el astro del FC Barcelona, mis dos referencias futbolísticas de siempre. Dos genios en los que uno se miraba.

    Johan Cruyff será eterno como jugador. Todo aquello del Fútbol Total y la Naranja Mecánica fue verdad; en el Ajax o en la selección holandesa ... o por donde él pisara. Su figura de entonces era como la de Messi ahora, pero incluso diría que con una mítica multiplicada. El Cruyff que recuerdo es el jugador polivalente, el del imprevisible cambio de ritmo -su marca personal-, el que aparecía por cualquier posición y realizaba cualquier función en el terreno de juego dentro de unos equipos que marcaron época y cambiaron el molde de este hermoso juego.

    Ese futbolista tan admirado marcó a generaciones de futuros deportistas que vimos en él un reflejo en el que queríamos estar. Fue un jugador de otra galaxia, un revolucionario; recuerdo que, tal era su calidad con ambas piernas, que la gente cuestionaba si era o no realmente zurdo, cuando se trataba de un diestro con grandes cualidades con ambas piernas. Golpeaba el balón como pocos, incluso con el exterior del pie para hacer cosas imprevisibles, como era él. Ese futbolista lo tenemos en la cabeza y mi gozo personal, en un pozo, porque por primera vez íbamos a ver en casa un Mundial con televisor propio y él, rebelde siempre, decidió no acudir con Holanda al torneo del 78 en Argentina. Así era Cruyff.

    Fue un jugador innovador, el que ha podido cambiar a nivel global la historia del fútbol mundial. No se quedó atrás como entrenador; porque de igual forma revolucionó todos los conceptos y cautivó a generaciones de técnicos que hemos seguido sus pasos. Su fútbol 3-4-3, con el mensaje de que cualquier jugador sea pequeño, alto o flaco podría encajar en el sistema cambió nuestra Liga y, posiblemente, la trayectoria de muchos equipos. "El fútbol se juega con la cabeza y se ejecuta con las piernas" es su frase llevada a la máxima expresión. Esa filosofía le ha generado al FC Barcelona un camino en el que aún sigue, pero clubes como la propia UD Las Palmas y su estilo de cantera encajan perfectamente en el modelo de Cruyff. Le echaremos de menos; desde su aparición hasta su despedida siempre estuvo en primera plana. Su legado queda, aunque no sólo tiene ya color azulgrana.