"¡Cállese o le mato!"
25/02/2014

Aparicio recuerda a Tinta Amarilla aquel episodio vivido hace medio siglo. Cuenta los detalles del por qué "le di una fuerte trompada al alcalde de Onteniente"

M.B.

El episodio del 23 de febrero de 1964 dejó una huella imborrable en la etapa profesional del legendario capitán de la UD Las Palmas, Ernesto Aparicio, que revive la efemérides para Tinta Amarilla de ese suceso ocurrido hace cincuenta años en Onteniente. La expulsión marcó los minutos más intensos como profesional, porque instantes después llegó a temer por su vida. "Aquello fue increíble", nos recuerda. "Cuando me expulsaron en el partido tuve que dirigirme en solitario a la caseta donde me estaba esperando un número importante de aficionados del equipo rival. En aquel sitio había mucha gente transitando, sin control. El teniente de la Guardia Civil me dijo antes de llegar: "para dentro". Y en ese momento comencé a recibir toda serie de golpes en la cabeza y en el cuerpo".

En el transcurso de ese linchamiento apareció una persona que se abría hueco entre los agresores en dirección al defensa lateral de la UD Las Palmas. "Y yo sin saberlo le di una fuerte trompada, porque estaba en situación defensiva. No sabía que se trataba del alcalde de Onteniente, que venía a poner orden. El hombre cayó al suelo y yo entré rodando hasta el vestuario. La puerta se cerró y allí dentro me quedé en solitario con el famoso teniente de la Guardia Civil, que me dijo con voz en grito mientras me apuntaba con la metralleta: "¡cállese o le mato!". No puedo explicar el miedo que sentía en aquel momento; él y yo en solitario en un sitio cerrado sin testigos".

Ernesto Aparicio, a la derecha, en la actualidad (C. Torres)

Pero la fortuna sonreiría a Aparicio puesto que unos minutos después entró en el vestuario el masajista de la UD Las Palmas, Pepe González. "Me agarré a él y le dije que de allí no se movía. Pepe estuvo a mi lado con aquel hombre. Los dos juntos, no vimos el resto del partido ni él salió al campo a atender a futbolistas".

La cosa llegó a calmarse tras la victoria del conjunto levantino. Aparicio pudo reaccionar cuando ya vio al resto de sus compañeros de equipo que regresaban del encuentro. "Y antes de partir fui a pedirle disculpas personalmente al alcalde. Le expliqué lo que había ocurrido y me dijo: "aquí no ha pasado nada". Fue un caballero".

Sin embargo, al llegar a Gran Canaria, el jugador de la UD Las Palmas estaba dispuesto a presentar denuncia de lo ocurrido en el desplazamiento pero la voz del secretario general, Jesús García Panasco, ejerció con consejero. "Las Palmas no quería más problemas y nos tuvimos que aguantar. Pero aquella tarde pasé el miedo mayor de mi vida. No se puede uno imaginar lo que es tener un cañón apuntándote de aquella manera. No volví a ver más en mi vida al teniente, ni al alcalde, ni jugamos más con el Onteniente".

Esa historia pasó de puntillas en los narraciones informativas de la época, en plena etapa del franquismo. Fue una tarde amarga que no se olvida ... cincuenta años después.


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