El traspaso al Barça que la UD dijo 'no'
11/02/2014

Lo nos desvela la firma de su contrato con el presidente Agustín Montal, pero la rivalidad existente en la época y el derecho de retención impidieron que jugara en el Nou Camp con Cruyff


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Manuel Borrego

La historia de Lo, que fuera subcampeón de Liga y Copa con UD Las Palmas y CD Castellón respectivamente, tiene pasajes para enmarcar. Manuel de los Reyes González (Las Palmas de Gran Canaria, 2 de enero de 1948) fue uno de los delanteros isleños prometedores de finales de los sesenta e inicios de los setenta. Y conserva un episodio excepcional que revela a Tinta Amarilla en el transcurso de la entrevista que le realizamos con motivo de su estancia en la isla natal, porque reside en Alicante desde hace cuatro décadas. Manuel pudo ser jugador del FC Barcelona en 1972, pero era tal la rivalidad que entonces existía con la UD Las Palmas que el club grancanario le impidió el traspaso al azulgrana catalán. Así nos lo explica:

"Ocurrió al terminar la temporada 1971-72. Llegué a firmar mi contrato como jugador del Barça en la época que presidía el club Agustín Montal. Me reuní con él, el entrenador Rinus Michelsy Quique Costas. Pero cuando le comuniqué a Las Palmas esta actuación, el club se negó a negociar el traspaso", comenta tras descubrir las conversaciones que mantuvo con el secretario general Jesús García Panasco. "Me enfadé mucho en aquel momento, pero Las Palmas me recordó que no podía firmar contrato con otra entidad. E impidió este cambio, solicitándonos que no se comentara nada de mi fichaje por el Barcelona".

Aquello se ha mantenido en secreto hasta hoy. La rivalidad grancanaria con la entidad azulgrana era entonces muy pronunciada. El derecho de retención (el club tenía la opción de consentir la marcha del jugador) era el escudo de los modestos para mantener en sus plantillas a los jugadores propios. "Me negué a jugar al fútbol y, así son las cosas, unos meses después Las Palmas acordó con el Castellón mi traspaso. De haber fichado por el Barça habría podido jugar con Johan Cruyff y habría sido campeón de Liga un año después ... Así es la historia".

Tres idas y venidas de Primera a Tercera

El nombre futbolístico como Lo se consolidó porque un amigo, que "era tartamudo, me decía Manolo-lo y de ahí el resto de las amistades redujo mi nombre a Lo". Con ese apelativo futbolístico partió hasta colgar las botas a los 39 años de edad, con el Eldense en Segunda B (1984). "Publicaron en Alicante una estadística en la que decían que yo era el jugador canario que se retiró del fútbol con más edad. Y también el jugador que ha tenido tres descensos y ascensos profesionales de Primera a Tercera, y viceversa: de la UD Las Palmas al Tarrasa, del Castellón al Eldense y del Rayo al Eldense también".

El delantero Lo se inició en el Santo Domingo, hasta los quince años de edad. Con 16 ya estaba en el tercer equipo de la UD Las Palmas y con 17 en el Aficionado. Pero "me marché al San Antonio antes de acabara el año, porque no estaba conforme con algunas decisiones. Allí fuimos campeones de España aficionado, en final frente al Real Madrid. Pero me salieron tan bien las cosas con el San Antonio que seis meses después estaba de vuelta en la UD Las Palmas".

Su recorrido sigue tres temporadas en la Unión Deportiva, con cesiones al CD Tenerife (1971, en Tercera División) y Tarrasa (también en Tercera). En 1972 viajó a Castellón donde esa misma temporada se proclamó subcampeón de Copa. El siguiente paso profesional fue el Rayo Vallecano, en los que "actué dos temporadas en Segunda y otras dos en Primera". Y a partir de 1978 su ciclo se dirigió al Eldense, Almansa y regreso al Eldense donde se produjo su retirada.

Lo González fue segundo entrenador del Hércules, a las órdenes del francés Marcel Domingo, y más tarde máximo responsable del Monova y Pinoso, "equipos a los que ascendí a Segunda Regional. Pero en 1993 dejé el fútbol para dedicarme a la industria del calzado, en Elda, con nuestras marcas Antonella y Carmen Póveda".

"Nos sentíamos grandes en aquella Unión Deportiva"

La presencia de Lo como jugador de la UD Las Palmas que alcanzó el subcampeonato fue efímera. "Era muy difícil entrar en aquel equipo titular. Molowny fue un técnico que tuvo mucho tacto conmigo, también con todos los jugadores jóvenes. Me invitaba a seguir entrenándome y a no bajar los brazos. Decía que mi oportunidad podría llegar en cualquier momento, pero debía comprender cómo era aquel equipo". Con catorce jugadores Las Palmas logró el segundo puesto y Lo era uno de los tres relevos del banquillo que lograron participar en ese recordado campeonato de 1968-69.

"Entonces no era conscientes de los logros que estábamos cosechando. Las Palmas era uno de los grandes del país y nosotros, los jugadores, nos sentíamos grandes en aquella Unión Deportiva. En todas partes, el equipo causaba admiración. Teníamos jugadores internacionales y hacíamos un fútbol muy bonito". Desde la distancia, admite que "hoy no seríamos reconocibles. La Unión Deportiva generaba expectación en todos los campos de fútbol que visitaba. Contarlo así puede no comprenderse por la gente de hoy en día, pero el equipo era muy importante en aquella época".

El recuerdo a los técnicos Molowny y Di Stéfano

Destaca que en su trayectoria profesional el mejor técnico que conoció fue "sin duda Molowny y yo también pongo a la par a Di Stéfano. Porque ambos eran sabios, conocían lo que tenían que decirle al futbolista en cada momento. Cada uno con su carácter; Di Stéfano tenía fama de brusco, pero es una persona adorable. Molowny le recomendaba al jugador que actuara con tranquilidad, que realizara en el campo que mejor que sabía hacer. Sabía sacar al jugador lo mejor que llevaba dentro. Y lo conseguía".

A Lo, en realidad, le vio poco la afición de la Unión Deportiva. "Yo era un delantero rematador, un jugador de área. Manejaba bien el disparo con las dos piernas. Pero me adaptaba a todo lo que me pedían. En el Rayo Vallecano, por ejemplo, acabé jugando como lateral derecho y zurdo. En cualquiera de las dos posiciones".

En el Castellón vivió importantes temporada, pero le tocó un mal trago el día que la gloria tocaba a las puertas. "Jugué toda la Copa pero Lucien Muller me hizo una faena porque en la final, para la que estaba preparado, decidió que actuara Babiloni. Estaba lesionado pero para la final mejoró. Me dijo que prefería un jugador con mayor experiencia para aquel partido frente al Athletic. Perdimos 2-0".

"Mis ídolos el mismo día: Germán y Valerón"

Lo tuvo el placer este sábado de saludar a sus dos ídolos futbolísticos. El de siempre, Germán Dévora, y de ahora, Juan Carlos Valerón. "El Flaco es cosa seria. No lo voy a descubrir. Germán fue el primer jugador al que admiré. Tenía una visión de juego extraordinaria, técnicamente era perfecto y la personalidad que expresaba en el campo era la de un líder. Para ser el mejor de Europa habría necesitado combinar todo aquello con un poco de velocidad. Pero a Las Palmas de su época no le hacía falta. Entre él, Tonono y Guedes hicieron muchas cosas importantes en aquel momento dorado de nuestro equipo".


Lo explica cómo estaba en la camilla de Atocha, preparado para el 'maquillaje' de José Manuel León (C. Torres)

Un maquillaje televisivo en el estadio de Atocha

Manolo González fue una de tantas víctimas de José Manuel León, de aquellas simpáticas novatadas que caracterizaban la época en que los futbolistas noveles eran centro de atención de sus compañeros. Cuenta con gracia lo que ocurrió en uno de sus primeros viajes con el equipo. "Había que estar siempre atento a León. Me gastó la broma de la entrevista por teléfono, cuando llegábamos al hotel. Luego la divulgó en el desayuno, con todo el equipo a la escucha. Lo hacía muy bien. Pero también en el Estadio de Atocha, en San Sebastián, se las ingenió para otra de las suyas. Yo caí", comenta siempre no puede evitar reírse.

La anécdota pasa porque el partido contra la Real Sociedad era televisado en blanco y negro de aquella época. Y los veteranos del equipo le habían comentado al joven Lo que debían maquillarse para que tuviera buen color a través de la tele. "Y tú, como eres el primero, pasa ya por la camilla porque no tenemos mucho tiempo", le dijo Mamé León en los prolegómenos del encuentro. Lo se tumbó y "me pintaron con betún todo el cuerpo, de arriba a abajo. Estaba así en la camilla, tumbado con las manos hacia atrás. Ya me parecía a mí raro. Tuve que volver a bañarme y vestirme de nuevo para jugar el partido. Así eran las cosas antes, divertidas".


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